24450 habitantes.
Lebrija ha sido, a lo largo de su historia, escenario ininterrumpido de asentamientos humanos lo que la caracteriza como uno de los lugares más interesantes de su entorno.
Los primeros asentamientos de la zona datan del Neolítico (finales del V milenio a.C. principios del IV) y ocupan el actual Cerro del Castillo y sus laderas. El nombre más antiguo que nos ha llegado de Lebrija es el de Nabrissa, transmitido por Estrabón en su obra Geografía; con toda probabilidad, fue la adaptación en lengua griega del término fenicio de Nae-Pritsa. En época romana recibió el sobrenombre de Veneria.
Hasta época romana, la vida se realizaba de cara a la bahía en tanto que ésta era la principal fuente de recursos y la gran vía de comunicación, comercio e influencias culturales.
A partir del siglo VI desaparece la posibilidad de navegación costera, ya que el lago Ligustino de los romanos se vio convertido en un conjunto de marismas, inundadas sólo parcial o temporalmente, cuyo contacto con el mar abierto se fue haciendo cada vez más precario.
La importancia de Lebrija en épocas fenicia y romana se demuestra por el hecho de llegar a acuñar moneda propia. Durante la época musulmana, de la que se conservan escasos testimonios arqueológicos, la llamaron Lebri-sah. En esta época, perdida ya su condición portuaria, Lebrija pasa a ser una ciudad media que vive de la explotación agraria de su rica campiña y conserva un importante valor estratégico para el control y defensa del estuario del Guadalquivir. Por ello se construye un castillo en el cerro de su nombre que, unido a la muralla de la ciudad, pasará a cumplir las funciones de alcázar como en otras ciudades hispano-musulmanas. La primera fundación del Castillo se debió a los almohades, a principios del siglo XIII.
El proceso de Reconquista duró unos quince años (1249-1264), entre los reinados de Fernando III y Alfonso X. La repoblación del lugar no se hará efectiva, sin embargo, hasta finales del siglo XIV y principios del XV, cuando se reorganiza el poblamiento a escala comarcal, aumenta el número de habitantes en la villa y se inicia su expansión fuera del recinto amurallado.
Durante los siglos XVI y XVII, Lebrija se mantiene en una situación estable, con una población en torno a los seis mil habitantes, que viven del campo y de cierta participación en el comercio de las indias a través, fundamentalmente, del puerto de Cádiz. En el siglo XVIII Lebrija conoce un nuevo esplendor al desarrollarse enormemente el comercio de exportación a América del aceite de oliva. Es entonces cuando se dispara la producción aceitera de la campiña y se construyen las haciendas olivareras.
La Guerra de Independencia y la pérdida de las colonias dan al traste con esta etapa de auge, y la ciudad entra en un período de moderado aunque constante crecimiento, pasando la población de 6.200 habitantes en 1850 a 12.000 habitantes en 1920, y a 18.300 en 1980. El conjunto del término llegaba en ese último año a los 26.000 habitantes incluyendo el núcleo de El Cuervo, cuya formación como casco urbano se produce a partir de 1950, y a la población de las áreas no urbanas. La desecación y puesta en cultivo de la marisma lebrijana durante la década de los 70 ha multiplicado la base económica local, tanto la agrícola como las actividades derivadas de ésta, el comercio y los servicios en general.
El municipio de Lebrija posee una extensión de 372 km2 y una altitud de 36 m sobre el nivel del mar.